Cuando escuche por primera vez sobre economía creativa, fue
en un Congreso Nacional en Venezuela sobre el desarrollo endógeno en Cabimas, organizado
por la Universidad “Rafael María Baralt” en el año 2015, pero lo que me llamo
la atención es que yo estaba participando en la mesa sobre gerencia social y mi
ponencia era “Espacios virtuales de formación de Liderazgo para consejos
comunales” es decir, como educar a los lideres sociales a través de programas
educativos virtuales, aprovechando los infocentros en Venezuela. Pero una joven
economista presento “La economía creativa en los hogares venezolanos”
explicando la teoría económica aplicada en las amas de casa que habían generado
nuevas recetas de cocina y se habían convertido en artesanas impulsadas por la
escasez de recursos y alimentos en el país.
Siempre me quede con la inquietud de la economía creativa
impulsada por la carencia y como ello, convertía al ingenio humano en la oportunidad
de ser innovador. Sumado a este, mi hija se apropió del término endógeno, para
referirse a aquello que era elaborado por la misma persona, para resolver algún
problema y solventar la situación en su momento. Por ejemplo, usar la linaza,
como gelatina para el cabello. Entonces ella decía, gelatina endógena. Pero
esto, hacia ruido en mi cabeza, porque distorsiona, el concepto primario de
economía creativa.
El término de economía creativa, fue expuesto por el
autor John Howkins (2001) en su libro La economía
creativa: Transformar una idea en beneficios. Es 20 años más tarde que se
acepta universalmente y se declara el año 2021: El año Internacional de la
Economía Creativa.
La economía creativa, muy
extendida en Iberoamérica. Engloba la propiedad intelectual, en tanto que su
terreno es el de la creación de ideas y conocimiento. Las industrias que la
componen son la cultural, el arte, el diseño,
la arquitectura, la escritura y el conocimiento (educación,
investigación y desarrollo, alta tecnología, informática). En este sector se
combinan distintas áreas de estos dos ámbitos para generar productos y
servicios innovadores que abran paso a nuevas posibilidades.
Se establecieron 4 categorías para referirse a los ámbitos de la economía creativa:
1. Herencia cultural:
Patrimonio natural y cultural:
productos derivados y servicios de museos, paisajes culturales, sitios
arqueológicos e históricos y gastronomía
2. Creatividad y medios:
Artes visuales y artesanía:
pintura, escultura, artesanía y fotografía.
Libros y prensa: libros,
periódicos, otros materiales impresos, ferias de libros y bibliotecas.
Medios audiovisuales y creativos:
filmes y videos, radio y televisión, podcasting, mainstreaming, juegos de video
y animación.
Presentaciones artísticas y
celebraciones: artes escénicas, música, festivales, festividades y ferias.
3. Creaciones funcionales:
Moda, diseño gráfico, diseño
interior, paisajismo, servicios de arquitectura y publicidad.
4. Conocimiento:
Educación, Capacitación, investigación
y desarrollo, alta tecnología, informática, telecomunicaciones, robótica,
nanotecnología, industria aeroespacial.
Como se puede apreciar, es la
generación, transformación, creación y circulación de conocimiento, desde el
invento hacia el mercado, o la innovación en el mercado.
El año 2020 fue el escenario perfecto
para impulsar y catapultar este tipo de iniciativas dando al mundo del arte y
el espectáculo un alcance inimaginable, muestra de ello, fueron Netflix, que creció
en suscripciones mundialmente y la aparición de la Red social virtual TIKTOK que
puso a todo el mundo a bailar.
Estas iniciativas son las que
verdaderamente demuestren, a que se refería el autor con la transformación de
ideas en beneficios, estableciendo que los beneficios son mutuos, tanto para el
creador como para el consumidor.
Así, que, si eres de los que
escribe, blogs, o guiones o libros, bailas, haces fotografías, o estás como yo
en el ámbito de la educación, ahora como facilitador virtual, pues este año es
de auge para estas actividades económicas que serán muy favorecidas por todos
los consumidores.
Estamos iniciando un nuevo mundo
y somos los creadores en todas sus dimensiones, los llamados a crear desde
nuestros ingenios, desde nuestra creatividad e imaginación, contenidos de
valor, de manera de transformar nuestras ideas en beneficios mutuos, que trasciendan
en el mundo.
Hagamos de la economía creativa
un concepto de desarrollo sostenible.
Mary Ángel Bohorquez
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