Mi hermana Marcia y mi hermana Maira |
Hace unos treinta años atrás una
maravillosa puesta de sol en Los Puertos de Altagracia, en el caserío Punta de
Piedra, nos deslumbraba… estábamos mi hermana Marcia, mi novio Alejandro y yo
disfrutando de la playa, nos estábamos bañando, jugando y contándonos historias
divertidas, poco a poco fue subiendo la marea y no prestábamos mucha atención a
ello o realmente no le dimos mucha importancia, hasta que nuestros pies no
pudieron estar más de punta para mantener nuestras cabezas fuera del agua,
ubicándonos donde permanecíamos a pesar de lo que estaba sucediendo.
Mi familia tenía casa en la playa
y cada verano, es decir vacaciones de la escuela durante agosto nos íbamos a la
casa de la playa, una casa cómoda y sencilla, pero muy acogedora, tenía un
cuarto para cada grupo familiar con camas matrimoniales y literas para los
niños, un gran comedor, terrazas con palmeras y matas de distintas frutas que
podíamos comer durante el día, mis favoritas era la uva de playa y los mangos,
tenía un gran patio y hacia la orilla de la playa, había espacio para jugar
voliball y bolas criollas.
Mi mamá, mis hermanas y yo |
Ese maravilloso lugar para la
familia, encierra muchos cuentos y hasta leyendas propia de los pueblos de
Latinoamérica que después les iré contando en estas crónicas de ayer y hoy.
Eran cerca de las 6 de la tarde ya empezaba a ocultarse el sol y la marea subía
y subía, a tal punto que nos percatamos que además estábamos lejos de la
orilla, teníamos dos opciones nadar a la orilla rápidamente o nadar hacia el
muelle que estaba más cercano… que paso?
Decidimos por el muelle, estaba
muy cerca y el oleaje nos empujaba hacia esa ruta. Pero como pudimos brazeamos,
a la que más le costaba era a mí, nunca había aprendido a nadar solo a flotar y
yo medio flotaba y nadaba, pero poco a poco a pesar de la fuerza del oleaje
alcanzamos llegar al muelle y allí comenzó la tragedia.
Todo nos sostuvimos y nos
arreguindamos a los troncos del muelle, y de repente volteo a ver a mi hermana
y ella empezaba a llorar, sin bulla ni ruido, pero lagrimones corrían por su
rostro, era la misma cara de cuando estaba chiquita y no se quería quedarse en
el colegio, no lo hacía de manera escandalosa pero sí muchos sollozos, y me
preocupe, mire a mi novio y él también la miraba abstraído ante su conmoción.
Marcia, que te pasa? Por qué
lloras? Tienes un calambre, dime? Mi hermana seguía llorando y me dijo… No
puedo más! Estaba cansada y asustada… mi hermana de tres medallas como campeona
de natación en su academia y en las competencias de la región, estaba cansada y
aterrada. Pensé es la reina del agua estancada, solo de piscina! Sus brazos y
su temple no servían para el mar… pero el agua seguía subiendo y teníamos que
resolver y le grite: No importa! Solo tenemos que subir al muelle y listo! Estamos
a salvo… tranquila, tranquila.
Rápidamente volteé y le dije a Alejandro sube tu primero y la subimos a ella.
Así fue, él subió con dificultad,
el moho acumulado en el muelle era abundante, totalmente baboso y entre verde
negro con un olor a envejecido y con una textura rocosa y áspera muy
desagradable, pero lo logró. Una vez arriba nos advirtió que era más rápido por
el otro lado que colgaban unos cauchos que servían de amortiguación a lanchas y
pesqueros.
Le tocaba a mi hermana y ella
seguía en shock llorando y llorando, pero debíamos actuar, le di un jalón muy
fuerte que le hizo tragar agua y la arrastre hasta los cauchos colgantes y
coloque sus manos sobre el caucho y allí si grito: Noooooo! Esto es lo que no
quería me da Ascoooooo, el moho, no lo quiero tocar, no quiero, no puedo, no
puedo.
Mi novio comenzó a preocuparse
con esa reacción, como resolver, teníamos que subir y tuve que actuar con mucho
aplomo y tenacidad, le solté las manos y se las di a él para que la agarrará y
me sumergí para empujarla desde las caderas hacia arriba, para que él pudiera
jalarla, fue una acción agonizante, pesaba en demasía y su resistencia no
contribuía… pero logré impulsarla, el jalón la colocó sobre el muelle de manera
aparatosa, se golpeó toda y rodo por la superficie como si hubiésemos sacado un
pez grande, quedo en posición fetal, en agonía aun llorando como el ser más
indefenso del mundo. No existía más nada a su alrededor solo su miedo.
Venía yo, la marea subió tanto y
con fuerza que me golpeaba contra el muelle y no me permitía agarrar la mano de
mi novio para subir… yo estaba en peligro, el agua me jalaba y me alejaba del
muelle en cada golpe y comencé a gritar por desesperación y mi novio también.
En una oleada me impulse hacia el muelle y él logro agarrarme, nos aferramos él
uno al otro y al fin pude colocar mi pie sobre uno de los cauchos y lanzarme
hacia el muelle. Cuando subí mi novio me dio un abrazo fuerte intenso, de esos
que te demuestran el amor que sienten por ti, pero sobre el susto de perderte sin
posibilidades de salvarte.
Cuando levante la cabeza y mire
mi hermana seguía tendida sobre el muelle en la misma posición fetal como
acurrucándose a sí misma, sumergida en sus miedos e impotencias. Yo la miraba y
volvía a decirme… mi hermana de tres medallas!
Nunca vio lo que sufrí para
subir, lo que vivía mi novio en su ansiedad por salvarme, los segundos o
minutos de tensión, el dolor… el dolor era su dolor, su estructura profunda
removiéndose por dentro, su marea que la ahogaba, su susurros involuntarios que
salían a la superficie a ahogarla en sus propias penas.
Mi novio y yo nos levantamos, nos
acercamos a ella, la levantamos los dos sin decir ni una solo palabra,
dejándonos secar por la brisa fuerte y fría de las primeras horas del anochecer
y ella se dejó llevar, sin saber por quién. Al llegar a la casa y mi mamá la
vio atontada, rasguñada, aun en sollozos, preguntó qué había pasado y yo le dije: nada, solo se asustó porque subió
la marea y tuvimos que esforzarnos por llegar a la orilla y mi mamá dijo en voz
alta: y las tres medallas? Pero bueno, tú no eres la campeona de natación!
Así quedó mi hermana Marcia como
la audaz nadadora de piscina que una marea recrecida puede ahogar en sus
propios temores.
Mi hermana Marcia y yo |
JAJAJJA MUY BUENO el miedo era por moho hasta la fecha no lo he podido superar
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